Alberto Fernández y el papa Francisco: una reunión que se quiso evitar, en medio de un clima enrarecido
La legalización del aborto en el país en medio de la crisis sanitaria fue uno de los principales obstáculos en el vínculo
ROMA.- Un año y tres meses. Ese fue el tiempo que transcurrió entre la primera reunión de Alberto Fernández -cuando todavía no llevaba dos meses como presidente- con el papa Francisco y la que mantuvieron hoy, un cara a cara de 25 minutos en el estudio adyacente al aula Pablo VI también es denominado “Il Fungo”.
No solo se declaró una pandemia en ese periodo. El clima se fue enrareciendo entre los dos líderes, según coinciden analistas. El Papa, en efecto, hubiera preferido evitar la audiencia en este momento. No sólo por la legalización del aborto –aprobada en diciembre del año pasado, en plena crisis económica y epidemiológica–, un golpe bajo para un Papa venido desde un país tradicionalmente católico como la Argentina, justo en momentos en que el Vaticano intenta ayudar al país a renegociar su insostenible deuda con acreedores internacionales. Sino sobre todo por cómo, según algunas fuentes, fue utilizado con ese fin, en vísperas del crucial voto de la ley de interrupción voluntaria del embarazo en el Senado: “El Papa también prefiere a este punto que se apruebe rápido y se dejen atrás las polémicas”, fue el concepto, falaz, que al parecer se utilizó para presionar a legisladores indecisos. Algo que, lógicamente y después de la batalla en contra que habían emprendido el episcopado, laicos y curas villeros, cayó muy mal.
Si bien desde el entorno de Fernández lo niegan tajantemente, LA NACION pudo confirmar con diversas fuentes que hubo gestiones informales desde el Vaticano en Buenos Aires, a través de algunos obispos, para que el Gobierno desistiera de pedir una audiencia al Papa en el marco de su gira europea.