Primavera Sound por dentro: cómo es el festival de la música indie que se realiza en Costanera Sur
Travis Scott, Hernán Cattaneo y Charlie XCX, entre otros, son los nombres fuertes de la noche; por la tarde se destacaron Amaia, Jessie Ware, JOsé González y Father John Misty
Después de las dos fechas previas lideradas por Jack White, en octubre y Björk, tres días atrás, este sábado la edición inaugural de Primavera Sound Buenos Aires tiene la primera de las dos jornadas más festivaleras.
Con seis escenarios y una oferta musical que pone el énfasis en la música indie, el festival se desarrolla en Costanera Sur. Por la noche se presentarán Charli XCX, Hernán Cattaneo, Miranda! y Travis Scott, entre otros.
Por la tarde, Amaia (ganadora de la novena edición de Operación Triunfo de España) puso a consideración del público un repertorio midtempo que se alterna con baladas. “Debajo del relámpago voy a contarte mis secretos” (“El relámpago”), anticipó esta joven cantante que, por momentos, pronunciaba las palabras pausadas como si quisiera que cada una llegue a destino con fuerza propia; y en otros versos hacía honor con su voz a la tradición vocal española de cantantes pop.
Amaia no teme, a pesar de lo imponente del escenario, sentarse al piano y cantar casi al borde del susurro. Luego, con la misma soltura, y casi como si golpeara las teclas del piano, subió el tono y la fuerza de su canción para sentenciar al aire, arrolladora: “No merezco tu atención, pido perdón por no ser mejor que nadie, pido perdón, no hace falta que me hables” (“Perdona (ahora sí que sí)”).
Así es como va de la exquisita e intimista “Yamaguchi” (un primer beso en una plaza de su Pamplona natal) a un cover de “Santos que yo te pinte”, de la banda Los Planetas, un guiño a sus compatriotas que tocarán un rato más tarde. Del piano a la guitarra. De lo festivo a lo profundo. De la ternura a la fortaleza.
“Volveré a la Argentina, cien por ciento. Me encantó Buenos Aires y volveré muy pronto. Me la he pasado muy bien, muchas gracias”, dijo antes de despedirse del escenario Heineken con una bandera de la Argentina que le lanzó uno de los presentes.
Primeras postales
Según el dicho, a los que madrugan, Dios los ayuda. Los agnósticos pensarán, en cambio, que llegar temprano a un festival permite no hacer interminables colas, acceder con facilidad a un predio que no es de tan fácil acceso (los cortes de calles se hacen a gran distancia del epicentro musical) y lograr un buen reconocimiento del terreno cuando todavía no hay demasiada gente. Lo que es casi una regla ocurrió en las primeras horas de este sábado en el Primavera Sound.
La manera como se vio a la gente deambular obedecía a que el reconocimiento del terreno no era trabajoso durante las primeras horas. Ubicar los escenarios, que, en este caso y por suerte no están tan distantes unos de otros, divisar baños, sectores de descanso y curiosear cada propuesta que ofrecen las marcas que esponsorean el evento, desde patios cerveceros o sectores de bebidas blancas y vinos, hasta un lounge con dj y reposeras que en el fondo puso en marcha, pasado el mediodía, una empresa de combustibles.
Desde las grandes estructuras hasta los pequeños puestos comenzaron a funcionar cerca de las tres de la tarde (bananas, mandarinas y manzanas a 200 pesos, frutillas a 600). Y los escenario, por supuesto, también ya estaban en marcha. Para las 15, O.L.I.V.I.A paseaba su sexy outfit de marinera y ponía en movimiento uno de los escenarios mayores, con canciones que fueron aumentando su potencia, hasta llegar a un noventoso breakbeat, que reservó para el cierre.
En el escenario de al lado, la banda de Bristol, Beak hacía un viaje en el tiempo que comenzó en el rock progresivo plantado con un bajo, una batería y un set de sintes y otras herramientas electrónicas. Eventualmente apareció una guitarra y una voz casi en el mismo plano del resto de los instrumentos, para darle curso a una propuesta que por momentos se cruzó del lado del rock experimental y coqueteó con el britpop de los noventa, aunque los códigos del grupo pertenezcan a una generación del nuevo milenio.
El público sorprendía desde temprano a los que estaban sobre el escenarios. La cantautora Raveena lamentó no hablar un poquito más de castellano para interactuar más con una audiencia que realmente la ovacionó desde las primeras canciones que puso en su repertorio. Los fans aparecieron en los lugares más impensados. Frente a un escenario se pudo ver en esas primeras horas a grupos que fueron a ver a ciertos artistas. Además de la buena llegada que tuvo la norteamericana Raveena, quien más se lució en esas primera horas de la tarde fue la inglesa Jessie Ware, que se metió al público en el bolsillo del primer a último tema. Sus canciones fueron un gran imán tanto para aquellos que no la conocían como para los más devotos que fueron a primera hora a verla, y luego pusieron rumbo a otros escenarios. Jessie armó una puesta en escena en torno a cuatro cantantes-bailarines, y durante más de una hora mostró un set de temas de fácil entrada en los oídos. Incluso, algunos de sus temas generaron (para los oídos que más años tienen), un link un a la música de Moloko, casi como un pase de posta (la voz de Jessie tiene puntos de contacto con la de Róisín Murphy).
En los extremos, como el escenario de la Ciudad, Feli Ruiz tocaba casi una bossa y luego arremetía con un clásico español, “Corazón partío”. Postales de un festival que, tiene nombres muy conocidos y convocantes, pero también una grilla extremadamente variada, y un público muy agradecido por sentir la música en vivo.